Jornada de la Cultura Cubana: EL CANTO SAGRADO

Era hacendado, poeta, maestro, ajedrecista, políglota… pero ante todo, cubano. Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo se vistió de paño impecable e hizo tocar la campana de su ingenio La Demajagua, en el Oriente de la Isla. La larga etapa de conspiraciones de mesa había llegado a su fin.

10 de octubre de 1868: Grito de Yara. Campanazo a la conciencia nacional. Más de cuatro siglos de yugo español se conmovieron. Ante una dotación de negros asombrada, dio la oportunidad de dejar de ser esclavos y pasar a ser cubanos. La historia le ha llamado “El Padre de la Patria”.

Las acciones militares se sucedieron tras la proclama de libertad, y los patriotas poco a poco, se unieron. El 18 de octubre estaban ya a las puertas de la ciudad de Bayamo y la guarnición española, capituló dos días después. El pueblo de esa ciudad estalló en vivas y el himno “La Bayamesa” dejó escuchar sus compases… pero faltaba la letra.

Frente a la Plaza de la Iglesia Mayor, un espacio que hoy se denomina Plaza del Himno Nacional, el clamor unánime exige a Pedro Figueredo Cisneros más conocido por “Perucho”, que ponga la letra a la marcha que él mismo había compuesto. Es difícil pensar que Figueredo haya escrito nada menos que seis estrofas de una composición estrófica en octavas reales, montado a caballo, según cuenta la tradición…  pero exacto o no, lo definitivo es que aquella letra es hoy nuestro canto patrio, nuestro himno nacional

En Bayamo,  con unas pocas copias y desbordados de ardor, se entonaron en público por primera vez sus notas, aquellas magníficas que dicen que “morir por la patria es vivir”.  Ese día, 20 de octubre de 1868, fue escogido como Día de la Cultura Nacional, una conmemoración con carácter oficial desde 1980.

Se habían unido excepcionalmente en una sola jornada, la poesía y la música a la decisión de libertad de todo un pueblo.  El momento resultaba un crisol, o al modo de decir de la doctora Graziela Pogolotti, fue  “el día en que la nacionalidad entró cantando”.

José Martí apenas sale de la adolescencia cuando los sucesos de Yara, pero estos no pasarían inadvertidos para él. Solo unos meses después, en febrero de 1869 publica en el periódico manuscrito El Siboney su soneto ¡10 de octubre!: “No es un sueño es verdad, grito de guerra / Lanza el cubano pueblo, enfurecido; /  El pueblo que tres siglos ha sufrido / Cuanto de negro la opresión encierra.

Y en toda su madurez afirmará “Patria es algo más que pedazos de terrenos sin libertad y sin vida, algo más que derechos de posesión a la fuerza. Patria es comunidad de intereses, unidad de tradiciones, unidad de fines, fusión dulcísima y consoladora de amores y esperanzas”.

Es de esos amores y esperanzas que está fundida, que esta tejida la cultura cubana, que celebra ahora mismo su Jornada, que todos los días, a cada paso nos acompaña inexcusablemente.

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